Para una agencia de publicidad y para
los creativos independientes, bueno igual para cualquier negocio o profesional,
los clientes son básicamente la
razón de ser y la razón por la que todas las actividades se llevan a cabo en cualquier
empresa.
En lo personal, no estoy de acuerdo
con la afirmación “El cliente siempre
tiene la razón”, pues en este tipo servicios específicos, es dicho cliente quien busca
al creativo o agencia, para que le proporcione una asesoría y consejo en temas
en los que no es un experto.
Un cliente es el origen de la más
fantástica información de utilidad para orientar adecuadamente un proyecto de diseño o marketing, sin embargo el especialista es quien puede precisar claramente el cómo y el por qué llevar a
cabo una u otra actividad.
Después de algún tiempo he podido
establecer ciertas “clases de clientes”
que pueden hacer más difícil el trabajo de un creativo:
El
Cliente Creativo
Es ese lleno de ideas “ocurrentes”, muy entusiasta, que siente
que es un publicista más, incluso llega a ser hasta simpático cuando no está
tratando de imponer sus ideas y permite que le asesoren y no se cree un “directivo más de la agencia”. Todo
cambia cuando se convierte en el amigo cansón con sus “tontas e indecisas ideas”, y es ahí donde todos los miembros del
equipo huyen despavoridos de sus lugares de trabajo como cuando aparece la policía
en las pedreas de la Universidad Nacional.
La frase que lo identifica es, “Qué tal si…”
El
cliente que no tiene criterio
Es ese que le pregunta a todos y cada
uno de los miembros de su familia al momento de tomar una decisión sobre el más
pequeño detalle, y no sólo a su familia sino a los vecinos y a cualquier pseudoexperto que es un buen amigo
debido a que “tiene buen gusto”. Este
tipo de cliente logra hacer lo que nadie ha logrado, “Un logo en dos años y medio”.
La frase que lo identifica es, “Me gusta, pero mi esposa dijo que…”
El
cliente que ni el mismo sabe lo que quiere
Es ese que está frente al profesional
que lo asesora y le está explicando su proyecto que ni el mismo sabe de qué se
trata, pero con la única idea (antojo) de algo que el desconoce por completo.
Dicho personaje se convierte realmente en un problema que empieza a generar
muchos procesos de procesos.
La frase que lo identifica es, “No tengo claro lo que quiero, pero apenas
lo vea sabré que me gusta”. (nota:
Mi querido amigo, usted no está en una tienda donde está viendo vitrinas en
busca de algo que impulse sus ganas de comprar)
El
cliente trotamundos
Es ese que en medio del proyecto que
se está llevando a cabo, desaparece por dos meses, dejando todo tirado y
reaparece de la nada contando todos los sucesos de su viaje.
La frase que lo identifica es, “Tuve que salir a un viaje inesperado, pero
ya he regresado”
¿Cuál
es mi peor cliente?...
sería muy difícil dar una respuesta, pues cada uno de los anteriores puede ser la peor pesadilla de un creativo, pero al final ¿qué podemos hacer?...
sólo convertirnos en amigo de este particular personaje y quererlo como un hijo
bobo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario