He escuchado hablar a mucha gente con
bastante experiencia en los negocios acerca de la diferencia que hay entre la
gente rica y la pobre y todas ellas coinciden en lo mismo: “La Mentalidad”.
En algún momento pensé que la gran diferencia podría ser la inteligencia o la capacidad de utilizar la razón frente a los obstáculos que se nos presentan a diario, entonces miré atrás en el tiempo para evaluar gente que conocía en esas dos condiciones (También me incluí) y pude darme cuenta que eso que yo pensaba no tenía nada que ver y que en efecto era cuestión de mentalidad.
En algún momento pensé que la gran diferencia podría ser la inteligencia o la capacidad de utilizar la razón frente a los obstáculos que se nos presentan a diario, entonces miré atrás en el tiempo para evaluar gente que conocía en esas dos condiciones (También me incluí) y pude darme cuenta que eso que yo pensaba no tenía nada que ver y que en efecto era cuestión de mentalidad.
Reconociendo
las formas de pensar
Recuerdo que mi primer empleo fue como
dibujante en una agencia de publicidad, plasmando sobre el papel las ideas de
mis jefes y los clientes y aunque esto me gustaba, no dejaba de causarme cierta
depresión ver a compañeros que llevaban la mayor parte de su vida allí haciendo
lo mismo y no quiero decir que fueran unos fracasados, pues realmente ellos
consiguieron sus metas y muy seguramente sus sueños tenían mucha relación con
su estilo de vida, sin embargo para mí no era suficiente, yo estaba en busca de
algo que me hiciera realmente feliz.
Fue en ese momento donde reafirmé que
para hacer algo que realmente te lleve a la felicidad, por encima del dinero o cualquier otra cosa, lo más importante era convertirme en un verdadero fanático
de lo que hacía, no obstante, esto no era un gran descubrimiento para la
humanidad, sin embargo no te das cuenta de las cosas hasta cuando las vives por
cuenta propia.
Luego tuve una segunda realidad que
conocí a través de este empleo y que realmente me impactó… me familiaricé con personas
con mucho dinero y personas pobres y en ambos casos eran personalidades muy
amables y sobre todo inteligentes, así que no había una diferencia clara en ese
momento, sólo la cantidad de dinero que cada uno poseía.
Posteriormente y continuando con mi
ráfaga de descubrimientos, noté la diferencia fundamental: La Acción, que viene como consecuencia de la mentalidad que cada
persona tiene… con los años confirmé esto como un hecho.
¿Qué
hacen los malos Emprendedores?
Y precisamente me hice muy amigo de
dos clientes muy particulares, uno con toda la cantidad de dinero que quería y
otro con muy poco dinero. Ambos clientes eran unas personas maravillosas que
compartían algo en particular: “Eran Emprendedores”.
El cliente con poco dinero, preguntaba
todo el tiempo por los descuentos, promociones y tarifas más económicas, además
tardaba mucho en tomar decisiones perdiendo así oportunidades valiosas y su
peor miedo era el de endeudarse, por lo tanto era muy quieto y la gran mayoría de
veces se quejaba por la falta de oportunidades.
¿Qué
hacen los buenos Emprendedores?
El cliente que tenía muchísimo dinero,
era un Emprendedor de mucho éxito,
siempre estaba moviendo sus fichas con bastante anticipación, no pensaba que
existían buenas o malas oportunidades, simplemente las afrontaba superando
todos los riesgos y era bastante positivo con las probabilidades (Buenas o
malas) e inclusive se sentía orgulloso cuando sacaba provecho de las malas.
Ahora, habrás notado las formas de
preceder de cada cliente y la diferencia fundamental está en “la
Mentalidad”, no he podido ver otra diferencia ya que ambos eran
bastante inteligentes y sobre todo muy capaces a la hora de trabajar y unas
ganas enormes de triunfar.
Y…
¿Qué sigue luego de la Mentalidad?
Aunque la mentalidad es fundamental
para cualquier emprendedor, recordemos que no es lo único como veíamos en al anterior artículo.
Si ves los dos casos anteriores, el
cliente con éxito tomaba las oportunidades, no las dejaba pasar, nunca se
detenía a esperar la oportunidad perfecta, que es lo que finalmente nos ha
pasado a muchos de los que emprendemos algo.
Lo claro es que no hay un momento o
una oportunidad perfecta, la diferencia está en esas personas que están
dispuestas a la acción y hacen de cada momento un futuro mejor…
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